miércoles, 11 de junio de 2008

Incomprensible Vehemencia




“Algún día publicarán hasta mis calcetines”, decía Pablo Neruda, quizás resignado a la fama y pensando en los rincones exóticos donde escondería sus inéditos. Sin embargo el caso del poeta limeño Luis Hernández es bastante distinto; puesto que después de publicar sus tres primeros libros : Orilla (1961), Charlie Melnik (1962) y Las constelaciones (1965) tomo una decisión bastante drástica; ya que prefirió restarse de las ediciones formales y dispersó sin preocupaciones sus valiosos cuadernos entre los amigos, dispuesto a perder su lugar en la historia literaria.


El poeta se suicidó pocos años después, en 1977; desde entonces las antologías Vox Horrísona (1978 y 1983) y Trazos de los dedos silenciosos (1995), además de cuadernos sueltos como Una impecable soledad (1997) o Los poemas del ropero (1999), han convertido a Hernández en un nombre importante de la poesía peruana, alabado con entusiasmo y discutido con no siempre comprensible vehemencia.


Es difícil para los extranjeros, amantes de la poesía dar con los libros de Hernández. Sin embargo para contrarrestar este problema el joven poeta Cristián Gómez, hace ya diez años se propuso difundir el fervor por Hernández entre los chilenos con la lectura de Una impecable soledad .

Extraña muerte de un poeta



Uno de los mayores representantes de la Generación del 50 fue encontrado muerto en su vivienda. Dicho personaje es el poeta peruano Alejandro Romualdo, quien fue encontrado muerto el pasado miércoles 28 de mayo en su casa ubicada en la primera cuadra de la calle Ernesto Plascencia, en el distrito de San Isidro, en Miraflores.


El autor de “Canto Coral a Túpac Amaru”, que vivía solo en dicho lugar, habría fallecido varios días atrás; sin embargo su cuerpo no habría sido encontrado si una de sus vecinas no se hubiera percatado que la casa del poeta se encontraba entreabierta , por tal motivo decido alertar al serenazgo de tal distrito; quienes al ingresar se dieron con la sorpresa de que el cuerpo del escritor yacía tendido boca arriba sobre el piso, vestido con ropa de abrigo, en medio de revistas y libros regados a su alrededor.